En alguna curva de viejos tiempos
resuena alegre como un cencerro
el viento puro de las montañas
que suavemente mecieron mi alma.
Alegres carreras fueron tejiendo
un poncho de caricias y sentimientos
y entre los pastos de algún potrero
dejé perdidos algunos sueños.
Descanso en los brazos de los recuerdos
que como luciérnagas velan mi tiempo
de ocasos suaves, tornasolados
susurrando caricias de mi pasado.
Suena despacio la cantinela
como estrella sola en la pradera
y el viento yerra su cobardía
de malos augurios, como porfía.